miércoles, 30 de julio de 2014

Todo sobre mi padre

Mezcla perfecta de un inmigrante español y una mujer pobre del campo.
Primer hijo: al nacer, fue bautizado por la iglesia católica. 
A los ocho años, tomó la comunión. Tiene fotos que asustan donde se lo ve vestido de punta en blanco, con guantes inmaculados y la imagen de jesucristo detrás. El pelo engominado, los ojos fijos bien negros. La mirada escalofriante.
Según mi padre, en esa época, él era un señorito de la alta sociedad.
Sus padres tenían una panadería donde él comía todo lo que quería. Hasta que su padre murió y ahí lo perdieron todo, mi abuela fue estafada. Firmó papeles que no debía.
Mi abuelo murió en la misma fecha en que nací, y desde ese día, mi padre cree que yo fui un regalo. 
Se mudaron al barrio las acacias donde tuvo que hacerse hombre y trabajar, por ser el más grande de cuatro hermanos.
Siempre soñó con ser cirujano pero no pudo estudiar, estudió un oficio: mecánico automotriz y dibujante industrial. Eso le sirvió para trabajar veinticinco años en una fábrica de pistones.
Militó en el partido comunista. Leía marcha y salía de pegatinas. Casi lo llevan los militares.
Fue bautizado en aguas. Practicó casi todas las artes marciales. Asistió a grupos espiritistas. Se instruyó en el ocultismo, en el budismo. Cayó en dietas macrobióticas. 
Aprendió a leer el aura de las personas y él puede saber cómo estás y si te falta poco para morir.
Tiene la capacidad de elevar su espíritu, de hacer viajes astrales y visitar otros lugares. Se transporta, como hacían en las guerras para saber qué planeaba el enemigo.
A él se lo llevó un ovni y lo tuvieron una tarde entera. Lo dejaron en un muelle de una playa. Sólo tiene imágenes, vagos recuerdos.
Tipo pasional que por odio destruiría el mundo en segundos. Que por amor daría su vida. Celoso hasta la médula, posesivo. Rencoroso a más no poder. Orgulloso como nadie.
Jamas se suicidaría, eso es de gente débil. Se mataría, sí, el día que no se le pare, porque ahí la vida perdería sentido.
Se carga a mis amigas, más o menos, desde que tengo catorce años. Inventa historias de que engaña a mi madre con amigas mías. Y ellas se prenden en su juego. Un juego rarísimo que nunca entendí, aunque debo confesar que a veces es gracioso.
No pronuncia las X o las CC ni las CR, CT. Dice: dotor, tasi, conesion, perfeto.
No le teme a la muerte. No hay peor guerrero que el que no teme morir -afirma. 
Sufrió, pasó hambre. De la gloria a la nada se fue. Pero él le metió huevo, se salvó. 
Nunca dependas de otro para nada. Pensate sola, siempre. Los bastones quiebran y uno se cae. Mejor siempre estar parado -me dijo muchísimas veces.
Enterró a un niño y mi abuela murió en sus brazos. Yo ya me curé de espanto -suelta a veces.
Todo lo que yo piense en hacer, él ya lo hizo. Yo voy, y él, ya hizo surco.
Cree en el amor eterno. Que uno se enamora y se desenamora, pero que al fin y al cabo, uno ama siempre.
Lo despidieron de la fábrica y se tuvo que poner a trabajar en un taxi, como empleado.
Es de esos que piropean a las viejas para que le dejen propina, que disfrutan frenar en la rambla, clavarse un choripán, tomar mate por horas y con muchos yuyos. Grita cosas a las mujeres y si van acompañadas les manda: ¡mucha carne pa poco huevo!
Considera que la concepción de arte actual, es nada, una mentira. Puro estatus. De una opera llena, sólo dos personas sienten -dice enojado. A él le gusta cuando lloran los violines y le duele el pecho.
Cuando hace los mandados, demora y demora porque conversa con todo el barrio. En la feria dice cosas que avergüenzan, como: que Dios se lo pague o ¿no tienen descuento de jubilado?
Colecciona armas extrañas: revólveres rusos, katanas, bates de baseball, cuchillos, chumberas... todo para el día que alguien se haga el vivo.
A veces me pregunto si está medio loco y seguramente sí. Y me acuerdo de cómo me enloqueció de niña metiéndome todas esas ideas místicas en la cabeza. Yo comprando esa revistita predicciones para poder leer de la magia, del karma, de los signos, de los viajes astrales, etc. Pasé tardes en mi casa, preguntando cosas a un péndulo por su culpa.
Necesitaba algo que me explicara de dónde venimos, a dónde vamos.

Hace poco tomamos whisky y comimos fainá. Él estaba sólo y me asombré de que supiera poner videos de youtube.
Tomamos unas medidas y nos pusimos a escuchar música vieja.
Las canciones nos destrozaban, estábamos melancólicos.
Yo le miraba los ojos azabache, rodeados de arrugas. Cansados pero bien brillosos.
Me encontró la mirada y nos reímos. Nos reímos sin parar.
Somos iguales, pensé. La puta madre.
Esa noche me fui borracha.
Y camino a casa, lloré.





martes, 29 de julio de 2014

Fagocitosis

Desnuda
despojada
abiertas
mis piernas
y mi alma
ante ustedes me presento
y les digo:
tomen
de mí
lo que haga falta
lo que quieran
tomen hasta
llenarse
hasta el hastío
tomen
y no dejen
de tomar.
Arranquen
los brazos
los ojos
los senos
las vísceras.
Vacíenme
desaparézcanme
y cuando
ya no quede
nada
déjenme
a cambio/una palabra.


María Laura Pintos

viernes, 25 de julio de 2014

La plata, Bs As II

Paolo es hermano de Nina. Tiene cinco años y odia a las llamadas Paola.
Sus ojos son celestes y lleva en la cabeza una vincha del mismo color, contrastando con su rubio pelo. La usa porque quiere parecerse a Kung Fu Panda, me confesó.
Ni bien nos conocimos, me mostró un dibujo que había hecho y con cara de emoción, lo explicó.
En una punta había un tiburón azul y en la otra, un cocodrilo verde. En el centro una nube, un rayo, lluvia. Un inmenso temporal.
Iban a pelear a muerte -me dijo- pero vino una tormenta y no pudieron.
La imagen me dejó pensando.
Después entendí.
Las tormentas, a veces, son necesarias para no morir.

domingo, 6 de julio de 2014

El infierno en el paraíso

La odisea de cruzar el Tapón del Darién. Llegar al infierno, al paraíso. Y estancarse justo ahí.
Puerto Obaldía: mar azul, palmeras, sol caliente. Militares por doquier. Paisaje camuflado.
El purgatorio, todos esperan. Esperar, esperar lo que sea pero esperar.
Cubanos, muchísimos cubanos. Atrapados, deseando salir. Ansiando llegar, algún día, al sueño americano. Pero no tienen nada, salvo las ganas de no estar ahí. Sin trabajo, no hay dinero y sin dinero, no hay forma de escapar. Y los barcos son negados. Ellos traen miedo, dolor. A veces traen muerte.
Entonces es un puerto lleno de historias tristes. Por lo que pasó y por todo lo que no pudo ser.
Un pueblo muerto donde las mujeres juegan al bingo, sudando bajo un toldo, para matar sus tardes. Para matar al tiempo antes que él las mate.
Niños llamados Neymar, como el jugador.
El fútbol arrasa todo a su paso, pensé. Los niños aman las pelotas desde antes de nacer.
A mí gustan los que suenan latas, juegan con piedritas. Los que hacen música para reír con falsas lágrimas en los ojos.
En cambio, los hombres, se emborrachan. Sostienen, apenas frías, cervezas en sus manos. Buscan un lugar para olvidar. Una cantina donde suene vallenato, plagada de miradas hacia el piso y palabras mudas.
Advierto que en el pueblo está prohibido andar sin remera. También fumar.
Y no hay luz. Sólo algunos tienen y por poco rato. Se vive con el sol, uno se acostumbra.
Deja de añorar bebidas congeladas para saciar su sed. Destierra los helados.
Abandona el leer antes de dormir. A no ser, que el libro lo ruegue. Si ruega, las velas nunca fallan.

Yo también estoy atrapada...
pero aún me queda una hora de ventilador.